María Luisa Nolé ha obtenido uno de los “Accésits” de la quinta edición de los “Premios a los mejores Trabajos Académicos relacionados con los ODS del Eje Planeta”, organizados por la Cátedra Cooperación y Desarrollo Sostenible (adscrita al Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente y financiada por la Vicepresidència primera i Conselleria de Serveis Socials, Igualtat i Habitatge de la Generalitat Valenciana).
Su Tesis Doctoral “El diseño del aula como facilitador del aprendizaje: El papel de la luz, el color y la dimensión en los procesos cognitivos”, fue dirigida por María del Carmen Llinares Millán y Juan Luis Higuera Trujillo.
María Luisa es graduada en Psicología por la Universidad de Sevilla, especializándose en neurociencia experimental a través de un máster en “Investigación en Fisiología y Neurociencia” de la misma Universidad. Gracias a ese máster pudo participar en un proyecto de cooperación al desarrollo en Nicaragua, centrado en planeamiento urbano. Esa experiencia supuso un punto de inflexión, ya que “ahí empecé a interesarme de verdad por cómo los espacios influyen en el comportamiento humano”.
Posteriormente, trabajó como psicóloga en el Hospital Juan Grande de Jerez y también como investigadora en la Universidad de Sevilla. Mientras tanto, siguió ampliando su formación cursando el máster en “Psicología General Sanitaria”, el máster de “Profesorado” en la Universidad de Cádiz y el máster en “Dirección y Gestión de Personas” en la Universidad Internacional de Andalucía.
Gracias a Carmen Llinares, obtuvo una beca FPU en la Universitat Politècnica de València, donde tuvo que cursar complementos formativos para poder entrar en el programa de doctorado.
“Pero eso me permitió entrar en el ámbito de la arquitectura con una base en la propia disciplina, aunque siempre desde mi formación en psicología, lo que me dio una perspectiva muy enriquecedora para investigar desde un enfoque más integrador”.
Finalmente, completó sus estudios de doctorado en el Programa de Doctorado en Arquitectura, Edificación, Urbanística y Paisaje en diciembre de 2024, con la defensa de la tesis doctoral.
Actualmente, es profesora acreditada contratada doctora en la Universidad Internacional de Valencia, donde imparte asignaturas tanto en el grado de Psicología como en el máster. Además, continúo la labor investigadora en el laboratorio de Neuroarquitectura, donde trabaja en proyectos que integran psicología y diseño del entorno para mejorar la experiencia de las personas en los espacios, y a la vez optimizar la funcionalidad de esos mismos espacios.
– En líneas generales, ¿explícanos en qué consiste el trabajo galardonado?
El trabajo se enmarca en el marco de una línea de investigación que se venía desarrollando en el “Laboratorio de Neuroarquitectura” de la Universidad Politécnica de Valencia.
Concretamente, el trabajo es un compendio de tres artículos científicos que conforman mi tesis doctoral. En él se explora cómo el diseño de las aulas —aspectos muy concretos como la luz, el color o el tamaño del espacio— puede influir en procesos cognitivos de los estudiantes, como la atención, la memoria o incluso la preferencia por el propio espacio.
El reto principal era trabajar con dos tipos de variables clave: por un lado, el entorno, y por otro, la persona. Para lo primero, utilizamos la realidad virtual, que nos permitió simular y modificar los espacios de forma precisa y controlada.
Esto nos proporcionaba otra ventaja: era compatible con la aplicación de pruebas cognitivas validadas para medir cómo respondía cada usuario desde el punto de vista cognitivo. Así, podíamos controlar y evaluar ambas variables sin dejar ninguna de lado.
“Lo más relevante es haber constatado que el entorno físico desempeña un papel mucho más significativo del que a menudo se le reconoce”
– Tras realizar el estudio, ¿cuáles han sido las principales conclusiones o aprendizajes que has obtenido?
Del trabajo se pueden extraer varias conclusiones importantes. Hemos comprobado que cada proceso cognitivo responde de manera distinta a elementos específicos del espacio, y que las variables del entorno no actúan de forma aislada, sino que se interrelacionan entre sí. También hemos constatado que las características personales del alumnado influyen en cómo se percibe y procesa ese entorno.
La tesis recoge de forma detallada qué valores de los parámetros de diseño favorecen determinados procesos cognitivos, contribuyendo además a reducir desigualdades entre los estudiantes.
Pero más allá de los aspectos técnicos, lo más relevante es haber constatado que el entorno físico desempeña un papel mucho más significativo del que a menudo se le reconoce. No es solo el escenario donde ocurre el aprendizaje, sino un agente activo que puede potenciarlo o, por el contrario, limitarlo. Esto pone de manifiesto la enorme responsabilidad —y también la oportunidad— que tienen los arquitectos. Porque, al final, sus decisiones de diseño, si se basan en la evidencia científica, pueden influir directamente en cómo se aprende en ese espacio.
“Es fundamental trabajar desde una perspectiva multidisciplinar”
Y hay otro aprendizaje, quizás menos evidente, pero que para mí ha sido fundamental: la necesidad ineludible de trabajar desde una perspectiva multidisciplinar.
Estudiar la relación entre espacio y cognición no puede abordarse desde una sola disciplina. Psicología, arquitectura, tecnología… todo debe estar presente. Si no, una de las «dos patas se queda coja». Este trabajo ha sido también una forma de comprobarlo.
“Construir con sentido desde el principio implica menos gasto de recursos, menos intervenciones futuras y, sobre todo, más calidad de vida. Cuidar del planeta también pasa por cuidar de quienes lo habitan”
– ¿Qué impacto consideras que puede tener tu proyecto en relación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible del Eje Planeta?
Creo que una de las principales aportaciones de este trabajo al Eje Planeta de los ODS es el cambio de enfoque con el que pensamos los espacios. Es cierto que los ODS ya contemplan muchas metas vinculadas al entorno construido —como la eficiencia energética, el uso de materiales sostenibles o la reducción del impacto ambiental—, pero mi investigación pone el foco en un aspecto que a veces queda en segundo plano: la persona que habita esos espacios.
Diseñar entornos que no solo sean sostenibles en lo material, sino también adecuados a las necesidades cognitivas y emocionales de quienes los utilizan, permite que esos espacios funcionen mejor, se adapten mejor y, en consecuencia, se transformen menos. Y eso también es sostenibilidad: construir con sentido desde el principio implica menos gasto de recursos, menos intervenciones futuras y, sobre todo, más calidad de vida. Cuidar del planeta también pasa por cuidar de quienes lo habitan.
“Desde la universidad se están generando propuestas con un gran potencial transformador, pero muchas veces cuesta que esas ideas salgan del ámbito académico y lleguen a contextos prácticos”
– Desde tu perspectiva, ¿crees que en España se están aplicando medidas efectivas para alcanzar los ODS? ¿Qué aspectos destacarías?
En España se están impulsando medidas orientadas a los ODS desde distintos ámbitos, tanto públicos como privados. Existen iniciativas valiosas, planes estratégicos y acciones de sensibilización que buscan alinear a diferentes sectores con estos objetivos. Sin embargo, todavía queda camino por recorrer, especialmente en lo que se refiere a la conexión entre la investigación universitaria y su aplicación en la vida real.
Desde la universidad se están generando propuestas con un gran potencial transformador, pero muchas veces cuesta que esas ideas salgan del ámbito académico y lleguen a contextos prácticos.
En mi caso, aunque el trabajo tiene un enfoque principalmente experimental, ya hemos podido llevar a cabo una implementación parcial de la metodología en un aula real de la Universitat Politècnica de València. Es solo un primer paso, pero marca una dirección clara hacia una aplicación más directa y social.
“Este tipo de reconocimientos no son individuales: son fruto del trabajo conjunto”
Creo que fomentar ese tipo de puentes entre investigación y práctica sería clave para avanzar de forma más efectiva hacia el cumplimiento de los ODS.
– ¿Cómo viviste el momento en que supiste que habías sido premiada en la V Edición de los Premios de la Cátedra de Cooperación y Desarrollo Sostenible?
Con muchísima ilusión, la verdad. Lo primero que hice fue compartirlo con mi equipo, especialmente con mi directora, porque este tipo de reconocimientos no son individuales: son fruto del trabajo conjunto.
Ella cuenta ya con muchos logros y premios, pero siento que este también es suyo. Ha estado presente durante todo el proceso y ha sido fundamental para que el trabajo saliera adelante.